Después de conocer la situación de los habitantes de las inmediaciones del Volcán Nevado del Ruiz que habitan a 7 grados de temperatura y se encuentran afectados por la parálisis del turismo y la economía, nos fuimos para la vereda Kilómetro 41, a más de 25 grados centígrados, donde la comunidad, pese a estar en zona de amenaza alta, está tranquila frente a una posible erupción. Lo único que puede afectar su tranquilidad es la alarma ubicada en el caserío para proteger sus vidas frente al peligro de posibles lahares.
De niño Juan de Jesús Hincapié no tuvo un juguete ni unos zapatos para calzar. Habitaba en una pequeña vivienda del barrio Fátima de Manizales y se dedicaba a “llevar mercados a la gente” a cambio de unas monedas para aportar al sustento de la familia que componían sus padres, abuelos y seis hermanos.
A los siete años sus padres y abuelos les dijeron a él y a sus hermanos que tenían que salir a rebuscarse y fue así como terminó “pelando papas” en el páramo para sobrevivir. “Allá me daban la comida y moneditas para comprar ropita y estudiar”, afirma con nostalgia.
“Yo no tuve niñez” asegura, quien, además, añora volver a tener esa edad “para darme cuenta que es coger un carrito, un juguetico o algo con lo que jugaban entonces los niños”.
Con sólo quinto de primaria su destino estaba señalado a trasegar de finca en finca laborando como jornalero para subsistir. Y fue así como hace cerca de 40 años terminó en el corregimiento Kilómetro 41 donde conoció a Rosalba, una lugareña con quien se casó y lo hizo padre de tres hijos.
Tuvo la fortuna de estar vinculado al equipo de trabajadores de una familia rica y poderosa proveniente de Antioquia, lo que le permitió sacar adelante a sus hijos y hacerlos hombres de bien. Los tres están organizados y viven en otras regiones del país.
Hoy, Juan de Jesús dedica su vida “al tajo”, es decir, a trabajar la pequeña parcela que heredó su esposa que se encuentra ubicada a orillas del río Cauca y la Quebrada Llano Grande, a escasos doscientos metros de la desembocadura del río Chinchiná. “Vamos muy bien, metiéndole mano a esta tierrita”, enfatiza.
Allí cultiva plátano, cacao, aguacate y una gran variedad de árboles frutales; es lo que produce la tierra fértil, mientras que su esposa se dedica a la crianza y cuidado de gallinas ponedoras, cuyos huevos también forman parte de la fuentes que generan ingresos para el hogar.
Los miembros de la familia Hincapié son concientes de lo que significa habitar en un lugar que es considerado como zona de alto riesgo y que hoy está con permanente monitoreo y acompañamiento por parte de las autoridades, para evitar una tragedia ante una eventual erupción del Volcán nevado del Ruiz.
El Kilómetro 41
La zona del Km 41 es rica en recursos naturales, como el agua del río Cauca y la fertilidad de los suelos, que la hacen apta para la producción agrícola y ganadera. Los cultivos más comunes en la zona son el café, el plátano, la yuca, la caña de azúcar y la fruticultura. Allí hay espacio para grandes propietarios y humildes familias campesinas que, como la de Juan de Jesús, derivan su sustento de lo que producen sus pequeñas parcelas.
La región cuenta con una importante infraestructura de transporte, ya que se encuentra en una ruta importante que conecta la región del Eje Cafetero con la ciudad de Medellín y, al estar considerada como una zona de alto riesgo en caso de una erupción del Volcán Nevado del Ruiz, ha llevado a que las autoridades mantengan preparados a sus habitantes para reaccionar ante un inmimente peligro.
Siempre que se producen cambios en la actividad del Volcán se escucha con frecuencia hablar del kilómetro 41. Esta vereda está ubicada en el corregimiento Colombia de Manizales y una parte de ella está a orillas del río Cauca, afluente que atraviesa el país, receptor del río Chinchiná y que podría verse afectado por lahares en caso de una erupción del Nevado del Ruiz, porque la zona está caracterizada como de alto riesgo en el territorio de la capital de Manizales.
Rosalba de Hincapié, esposa de Jesús, relata que la avalancha de 1985 inundó las viviendas que estaban a la orilla del río, “pero allí no hubo muertos”. Tiene muy claro, de acuerdo con las advertencias de las autoridades y los organismos de socorro, que cualquier cosa puede pasar de presentarse una erupción.
Las 72 familias que habitan el caserío donde viven los Hincapié, cuentan con centro de salud, una estación de bomberos y, lo más importante, una alarma, de las tantas que están montadas en las riberas de los ríos que drenan el Volcán. Todos los miembros de la comunidad conocen con precisión, paso a paso, qué es lo que exactamente deben hacer en caso de activarse la sirena: “Nos encontramos preparados porque el Cuerpo de Bomberos, la Defensa Civil, la Policía y la Alcaldía de Manizales, han estado pendientes de toda la gente del caserío y vienen muy de seguido. Aquí ya estemos preparados con el maletincito, con las mechitas, con lo que podamos, para cuando suene la alarma salir al punto de encuentro nuestro que es arriba en el coliseo”, explica Juan de Jesús.
Rosalba es la encargada del kit de emergencias que deben llevar al momento de tener que salir deprisa: “Yo tengo ya tengo el kit listo, con todo empacado: el agua, los medicamentos, los papeles de mi esposo y los míos, las escrituras de la casa y el terreno. También sabemos que debemos colaborarles a los discapacitados, guardar la calma y echarle mano a lo más básico que podamos sacar”, agrega.
La gestión oficial
La Alcaldía de Manizales está presente de manera permanente con la comunidad en el Kilómetro 41. De hecho, a través de la Unidad de Gestión del Riesgo, los distintos organismos de socorro y las secretarías de Salud y Agricultura, no sólo se han socializado diversos protocolos, sino que han apoyado la ejecución de sus actividades diarias. Un ejemplo de ello es la parcela de la familia Hincapié, que ha recibido asistencia técnica y semillas para el cultivo de cacao y maracuyá.
En este marco, desde la Secretaría de Agricultura, también se han venido actualizando los censos, tanto desde el punto de vista de la población, como de los animales. Estos e han adelantado desde la bocatoma de Montevideo, la desembocadura del rio Blanco, La Manuela, puente de Cenicafé, puente de Santágueda, el Kilómetro 41 y El Desquite
“Hemos visitado a cada una de las familias, haciendo el censo del grupo familiar y el censo agrícola, es decir, determinando qué cultivos hay en la zona y también desde la parte pecuaria determinando qué animales de granjas se tienen. Además, estamos haciendo las recomendaciones respectivas, tanto para los cultivos, como para los animales y la vida de los seres humanos”, explica la secretaria del ramo, Cristina Otálvaro Idárraga.
“Hasta el momento no se han tenido que evacuar animales y la recomendación que hemos hecho a los productores es que ellos mismo adopten las medidas de protección, trasladándolos a zonas seguras de sus predios”, recalca la funcionaria.
Esta tarea que se adelanta desde la Secretaría de Agricultura no sólo cubre la población del kilómetro 41, sino que se extiende por toda la geografía del municipio demarcada en zonas de alto, mediano y bajo riesgo. Y es así como los censos permitieron identificar 162 hectáreas de cultivos de plátano, café, papa, aguacate y cítricos, así como 3.270 bovinos, 1.811 aves ponedoras, 21.335 peces, 404 aves de engorde y 84 equinos.
Para la región que incluye la vereda Kilómetro 41 los censos arrojan resultados como 18 hectáreas de cítricos, siete de aguacate y una de plátano. Y 495 bovinos, 34 equinos, 1.247 aves ponedoras, 380 aves de engorde, 24 cerdos y 1.320 peces (tilapia roja).
La administradora de empresas agropecuarias, Ana Cristina Marulanda López, es la encargada de realizar la asistencia técnica a los pequeños propietarios en el Kilómetro 41. Ella afirma que todas las 72 familias ya fueron censadas y que la comunidad en general sabe cómo tiene que actuar en caso de presentarse una erupción.
“Desde la Alcaldía hemos estado apoyando las labores de la UGR en los censos en la zona de influencia. Este censo agrícola se hace con el fin de conocer bien a las familias, si tienen producción agrícola o pecuaria, por si dado el caso ante una eventual emergencia, se tenga un dato claro de qué se tenía”, precisa Marulanda.
Es claro que para todos en el Kilómetro 41 la vida sigue normal. Lo único que puede cambiar su tranquilidad es el sonido de una sirena.