Por: Óscar Trujillo Zuluaga
Son las 9:00 de la mañana y un cielo completamente azul anuncia un día caluroso, los competidores lo saben y se preparan psicológicamente para una prueba que les pedirá gran esfuerzo.
Después de las indicaciones de los encargados, las sugerencias y recomendaciones, la Secretaria del Deporte de Manizales, Lady Yaneri Hincapié Rozo, saluda, da la bienvenida y anima a los 150 participantes inscritos para la Clásica Campesina. Luego se suben a los denominados ‘carros escoba’ para ser conducidos al lugar del cual se dará la partida. En el argot ciclístico, los ‘carros escoba’ son los encargados de movilizar a los participantes a puntos específicos o recoger a los que se van quedando por cansancio u otro inconveniente; son como el ángel de la guarda, es decir, el auxilio en el instante de mayor necesidad en medio de una prueba.
La primera etapa de la 4 versión de esta clásica se disputó entre la vereda Kilómetro 41 y Lisboa, tramo variado, irregular y exigente, 15 kilómetros de vía destapada y que gracias a las últimas semanas de lluvia aumentó su nivel de complejidad.
Entre el grupo de ciclistas, niños, hombres y mujeres provenientes de todas las veredas de Manizales hay uno que llama la atención, su presencia recuerda uno de los discípulos de Jesús de Nazaret, en la película de Franco Zeffirelli, pelo y barba desaliñados, mirada y actuar serenos, competirá sobre una bicicleta de cross.
̶ ¿Cuál es su nombre?
̶ Jhon Jairo López.
̶ ¿Es la primera vez que participa?
̶ No señor.
Su timidez es evidente, mientras responde mira su bicicleta atada a uno de los yips que servirán cómo carros escoba.
̶ ¿Esa es su bicicleta?
̶ Sí señor.
El año anterior participó en una todo terreno, pero no tenía suspensión, esta vez decidió competir en la de cross, le gusta más y se acomoda mejor a su altura, dice.
La caravana sale desde el caserío con rumbo a la Y, lugar definido para darle la salida a las categorías adultas, los niños saldrán 5 kilómetros más adelante, con ellos se tiene una consideración especial. Entre ellos está María Camila Ariztizabal, menuda y ágil, tiene 12 años, es la más pequeña de los competidores y viene desde Mateguadua, el año pasado logró el primer lugar en su categoría.
̶ ¿Vas a ganar esta vez?
̶ ¡Claro, toca! Dice mientras reacomoda su ajetreada bicicleta amarilla, en el carro escoba que la llevará hasta La Isla, sitio elegido para la partida de los más pequeños.
Atrás, al final de una larga hilera de ciclistas del campo se encuentra don Gustavo Pérez Ortiz, el mayor de los competidores, recuerda haber participado en todas las competiciones de estas características que se han realizado en la ciudad.
̶ ¿Qué recuerda de las primeras carreras?
̶ Ahora años nos llevaban en volquetas de las Empresas Públicas de Manizales, dice con nostalgia.
Desde la década de los años 80, algunas empresas privadas patrocinaban eventos ciclísticos y las administraciones municipales se sumaban con apoyo y logística. Hoy, toda la organización, recursos y ejecución van por cuenta de la Alcaldía de Manizales, como camisetas de competición, transporte, hidratación, elementos de atención y seguridad, acompañamiento y premiación. Cada aspecto de la carrera es atendido con orden y cuidado especial, cada encargado cumple su función con un compromiso que permite saber que saben lo que hacen.
La calidez de la mañana arropa todo alrededor, pareciera que la lluvia hubiera dado una tregua para que esta competencia iniciara de la mejor manera, el paisaje se realza bajo la luz de un potente sol.
Ubicados ya en el partidor, la categoría infantil sale desde La Isla, enfrentándose a un recorrido de gran exigencia los chicos demuestran capacidad física desde el inicio, Juan Diego toma la delantera.
En Lisboa todo está dispuesto, incluido el fuerte calor está preparado para la llegada de los ciclistas campesinos, sus habitantes sienten un ambiente festivo, eventos como estos sirven para dinamizar la economía local, el comercio de esta vereda se ve con gran movimiento, el líquido es el principal elemento de consumo, el deporte sobre ruedas une a la comunidad.
Aparece el primer competidor, la figura de Jhon Jairo aparece sobre el plateado de su bicicleta de cross, es de pocas palabras pero de mucho pedaleo, logró rebasar sin inconvenientes a los ciclistas que venían adelante.
̶ ¿Cómo le fue?
– Bien.
Recibe algunas felicitaciones de los asistentes, agradece con un ‘gracias’ entrecortado.
A sus 34 años es un enamorado de la bicicleta, en ella ha ido desde el Bajo Tablazo hasta La Felisa, afirma que le gustaría alguna vez practicar bici cross, el deporte de Mariana Pajón.
Fueron llegando uno a uno los demás, cada llegada arrancaba un aplauso, el cansancio era evidente en cada rosto, muchos sufrieron algunas caídas, sin gravedad por fortuna.
María Camila, la niña de la bicicleta amarilla no pudo ganar esta vez, pero llegó, como ella misma lo dijo. Don Gustavo pasó la meta demostrando su vitalidad, cansado pero satisfecho llegó, es de admirar un hombre que a sus 70 años pueda hacer esta dificlultosa ruta, sobretodo bajo este pesado sol.
Víctor Cubides, Jefe de la Unidad de Recreación, hace un balance positivo de lo que fue esta primera etapa en la que todos llegaron a la meta sanos y salvos.
Las Pavas – San Peregrino será la siguiente etapa a disputar este 20 de noviembre, el 27 se realizará la etapa final entre la vereda Argelia Baja y el barrio Chipre donde será el evento de premiación.
“La Clásica Campesina es un evento que nos motiva como Secretaría del Deporte, seguiremos apoyando esta clase de eventos en los que se nota el apoyo, el compañerismo entre niños, jóvenes, adultos. La meta para ellos es lograr llegar a la meta. Los invitamos a que asistan a las próximas etapas para que vean a nuestra gente, el orgullo campesino”, concluye Lady Yaneri Hincapié, Secretaria del Deporte de Manizales.
Entre sonrisas, camaradería y sudor concluyó esta exigente primer etapa, una clásica que reúne lo mejor de nuestros campesinos, su valentía y destreza, definitivamente el alma de Manizales es su gente.