Esta frase del nobel de literatura Gabriel García Márquez, en la que define la migración colombiana por el conflicto armado, tiene en el caso venezolano la referencia actual más exacta. Ese dolor de dejar lo propio, lo que reconoce, identifica y hacen feliz a los seres humanos.
“Del otro lado de la frontera” es otro argumento para identificar a quien sale de su país por necesidad, fuerza mayor o desesperanza. En Colombia numerosas ciudades, incluida Manizales, reciben migrantes
venezolanos, dispuestos a sortear la incertidumbre, la tristeza y lo desconocido.
La capital de Caldas alberga actualmente a 12.000 ciudadanos del vecino país, 1.743 menores y adolescentes matriculados en centros educativos de la ciudad. Vinculados al Sisbén 4.541 y al
régimen contributivo 2.190. En el país cerca de dos millones. Además de las cifras, se evidencia en cada
migrante el anhelo de ser legal, poder trabajar, estudiar o simplemente estar y comenzar de nuevo.
Diversas historias, que reflejan las problemáticas de esta comunidad, en cuya solución trabajan las autoridades, dadas las disposiciones internacionales en derechos humanos, la aplicación del Estatuto del Migrante y la responsabilidad estatal, social e individual de aportar.
JESÚS MEDINA es un venezolano que llego a Manizales, después de recorrer varias regiones del país. Se gana la vida con presentaciones musicales callejeras, como dice: ‘pasando la gorra’, es decir, viviendo de
lo que le dan las personas en las calles. Afirma que no ha sido fácil, que lo tratan bien y que no pierde la esperanza de un empleo. Añora su familia, sus amigos, su casa y tramita su tarjeta de legalidad.
En igual circunstancia, DAYANA RUIZ es otra migrante, admite que el desarraigo y el dolor de perderlo
todo, en especial no estar con la familia, en un sentimiento indescriptible y doloroso. No obstante, la apertura de la frontera se niega a regresar a su país aduciendo razones económicas.
En las calles de Manizales, son diversos y variados los conceptos sobre la presencia de los venezolanos. Los ciudadanos expresan sentimientos encontrados, no desconocen su dramática situación; para algunos
aumentaron la mendicidad y otras problemáticas. Otros son conscientes de ser más solidarios.
El psicólogo JOSÉ FERNANDO VÉLEZ TREJOS insiste en que hay que hacer pedagogía en el buen trato y en evitar la xenofobia, y la exclusión. Dice que es reconocer que necesitan ayuda, que registran dificultades de estrés, ansiedad, depresión y soledad. Lo fundamental, contribuir a recuperar su salud mental.
La Secretaría de Educación insiste en la importancia de hacer pedagogía para prevenir el rechazo y el maltrato, en evitar la utilización de menores en la indigencia y en que se acoja la normatividad jurídica vigente. La administración adelanta programas de asistencia en salud y educación.
La Personería de Manizales ejerce una labor de reconocimiento, revisión y vigilancia que permita el cumplimiento de las normas, el apoyo y la ayuda estatal, el respeto ciudadano y la inclusión. El
Personero FERNANDO ARCILA, insiste en el respeto y la aceptación social.
Ayudar a los migrantes venezolanos es un deber estatal y social, es entender que en medio de la adversidad buscan salir adelante, encontrar nuevas opciones, recuperar la esperanza y superar el dolor de
estar lejos de la patria.